top of page

BÚSQUEDA POR TAGS: 

POSTS RECIENTES: 

SÍGUEME:

  • Facebook Clean Grey
  • Twitter Clean Grey
  • Instagram Clean Grey

“Farras de ensueño”

  • Francisco Ortega
  • 15 jun 2017
  • 7 Min. de lectura

Es que, cuando trabajamos en una empresa de servicios, debemos hacer conciencia de que mientras para unos es tiempo de diversión, para otros es tiempo de mucho esmero y trabajo para lograr la tan anhelada, satisfacción del cliente.

Con ustedes otra vivencia de la vida hotelera que inesperada y afortunadamente experimenté y que se la narro tratando de ser muy objetivo en lo sucedido.

Dicen que en los registros del gran hotel, allá por los años 60, se inauguró la más hermosa de las discotecas que a esa época tuvo un hotel; la misma que a partir de ese momento la llamaré La Discoteca y solo tuvo su primer competidor cuando un célebre músico abrió un innovador centro nocturno de diversión. Estos nombres de lugares distinguidos, a no dudar; no serán conocidos por las nuevas generaciones, pero mis contemporáneos, podrán dar fe de que eran lugares de ensueño en su momento.

Cuando yo ingreso a laborar en el Hotel ya en los años ochenta, solamente se escuchaba hablar de lo famosa y rentable que eran sus instalaciones y que era un verdadero lujo poder bailar en ella. La verdad sea dicha, en la intimidad de mi ser, yo sí deseaba poder llevar a bailar algún día a mi esposa. Ella se lo merecía y debía yo hacer algo para poder darme ese gusto. Debieron pasar algunos años para poder lograr ese anhelo.

Farrear en La Discoteca, significaba rodearse de la gente que por los diferentes factores de la vida, ocupaban, ya sea puestos muy altos en sus empresas o que su posición económica lo permitía. Gente que debía llevar traje formal para poder ingresar a la discoteca; mujeres con vestidos largos, bellos y elegantes, varones con traje obscuro y corbata.

Y como era esta famosa discoteca…? Pues le cuento que para ingresar a ella, había que transitar a través de un lobby finamente decorado con un exquisito gusto contemporáneo, hasta unas gradas por las que se descendía al primer subsuelo del hotel; gradas con finos acabados y tan resplandecientes que uno podía ver su detallado reflejo al caminar sobre ellas; mérito que se lo debíamos al personal de áreas públicas. Al final de ellas los huéspedes eran invitados a ingresar a un túnel. Seductor trayecto de aproximadamente quince metros de longitud en descenso, con luces de neón de diferentes colores, que desde ya prometían que quienes por él transitaban, a no dudar pasarían una velada inolvidable, porque los acordes de la música se dejaban escuchar, despertando mucho entusiasmo y altas expectativas.

Al ingreso de la disco, había un riguroso control por parte de los colaboradores propios de la empresa que administraba el centro de diversión; personal que también controlaba la seguridad del casino, que a la fecha funcionaba en otro de los amplios ambientes del hotel. Pero regresando al tema que hoy nos ocupa, las personas que ingresaban, a más de su identificación, debía no portar armas, licor o substancias no permitidas por la ley.

Una vez adentro, el ambiente era de ensueño; luces de colores, destellos que variaban de acuerdo a los acordes musicales y ritmos que un DJ mezclaba con maestría inigualable; mesas estratégicamente distribuidas y dos pistas de baile amplias y sobrias. Luces que desde el piso cambiaban de color y proyectores que plasmaban en las paredes imágenes del recuerdo como las de Quito colonial y otras modernas a la época.

Mientras reviso mis apuntes recuerdo y veo, que gente muy prestante desfilaba hacia la discoteca y hago hincapié, en que nunca pasó de moda hasta el día en que se decidió cerrarla. Las razones… serán motivo de otra vivencia que algún momento llegará y que a no dudar dejó un vacío que nunca se pudo llenar con la contundencia y señorío de la discoteca motivo de este relato.

Desde mandatarios en funciones, tanto nacionales como extranjeros llegaron a sus instalaciones y la galería de fotos de personalidades era otro de los atractivos del lugar; artistas de renombre, pintores, escultores, literatos, toreros, religiosos y seglares; es decir un verdadero desfile de personalidades que engalanaban al hotel y su lugar escogido para divertirse. No, no voy a dar nombres porque respeto como quien más la vida particular de cada persona.

El personal que atendía en la discoteca, era también finamente seleccionado; gente extraordinariamente amable y culta que dominaba la geografía del país y sus atractivos; que debía estar actualizada en el día a día del Ecuador y del mundo. Personal que en su gran mayoría hablaba por lo menos dos idiomas y que conocía de licores y sus mezclas a fin de no dejar sin atención cualquier requerimiento de los clientes. Pero, ¿por qué los requisitos tan altos para este personal?. Pues muy simple, el nivel de visitantes lo ameritaba y se cuidaba mucho de ello.

No podían faltar las anécdotas o casos curiosos que ahí pasaron. Recuerdo claramente cuando una dama llegó en un lindo BMW plateado. ¿Por qué lo recuerdo?, pues porque se estacionó en pleno ingreso del hotel y sin más ni más, entró por el lobby en dirección a la discoteca. No hubo forma de detenerla, porque estaba muy determinada a descubrir sus interrogantes. La forma de actuar de la dama, daba a entender de que, algo (excelente oportunidad para darle rienda suelta a la imaginación)… estaba sucediendo en su entorno y pronto se iba a conocer.

Distinguida y bella, definitivamente era una señora muy atractiva. Quizá por ello es que pusimos más atención en lo que iba a suceder. El personal de seguridad de la disco, que no pertenecía al de seguridad del hotel, dejaron pasar a la dama; ya en el interior del local, ella pide se enciendan las luces a uno de los camareros; su pedido lógicamente no es atendido y es cuando se inicia un verdadero espectáculo. Me tocó en suerte presenciarlo ya que por esa época estábamos a cargo del hotel en la noche y la molestia del vehículo en la puerta principal nos hizo llegar al lugar citado.

Al no ser atendido el requerimiento de la dama, ella comienza a perder su compostura y exigió de manera disonante, ¡¡¡ que pare la música y se enciendan las luces !!!. Como usted bien podrá imaginar, eso solamente sucedía tipo tres o cuatro de la mañana, cuando se cerraba el local luego de su jornada de trabajo diario. Nuevamente no se hace caso al pedido y es abordada por el Administrador de la discoteca fin de que explique su inapropiada actuación.

La señora buscaba a su esposo. Aparentemente el marido se había extraviado y alguna alma caritativa, le dijo que sin lugar a duda lo encontraría ahí. En mi calidad de observador, y como es lógico de entender, bajo ningún motivo podía intervenir en un local cuya administración no pertenecía al hotel, solamente me limité a aprender cómo se manejaba una situación de esa naturaleza. Estos casos si bien es cierto no en la misma magnitud ni circunstancias, también se nos presentaron en varias ocasiones.

El administrador sugirió y permitió que la dama, en compañía de una de las señoras de seguridad verificara por sus propios medios las instalaciones y así se procedió. Algunas de las personas que estaban de fiesta, notaron el inconveniente, debido al alto tono de su voz, pero la gran mayoría muy ajenos a lo que pasaba, se divertían en su momento y espacio.

No habían transcurrido ni diez minutos, y en una de las pistas de baile, se produjo un movimiento inesperado de los bailadores. Sorpresivamente el esposo extraviado hizo su aparición o mejor dicho apareció ante la dama. Los reclamos fueron y vinieron… los presentes se instalaron en sus mesas a tomar un obligado descanso y observar… Esta es la reunión a que no podías faltar?... Estos son tus clientes a los que no puedes dejar?... y una serie de reclamos más que usted bien podrá imaginar y que yo no los pongo porque trato de ser lo más fiel a los hechos sucedidos.

La “compañera de trabajo” del marido extraviado, no atinaba un lugar apropiado para pasar desapercibida. El ya encontrado marido, a pesar de la obscuridad del ambiente, tenía un color verde transparente y no articulaba bien sus palabras. La dama reclamante, era la dueña y señora de la situación. Los dos amigos de la pareja que bailaba en el mismo lugar, trataban de dar explicaciones a la furibunda esposa, pero no eran razones suficientes para calmar su enojo. Pero esta historia, no podía estar más lejos del desenlace final.

Al salir de la discoteca, los tres sujetos que acompañaban al marido extraviado, solicitaron las llaves de sus habitaciones; si mis amigos lectores. Eran huéspedes del hotel y pertenecían a una empresa grande transnacional y estaban celebrando el cierre de un negocio bastante significativo. Los esposos resentidos salieron por sus propios medios sin disimular el gran enojo que había. Ella no aceptaba que haya sido una reunión de celebración de un negocio que le iba a beneficiar en su vida particular.

La fiesta debía continuar y todo volvió a la normalidad. Pero curiosos como somos, quisimos llegar al fin de la historia y así es como nos enteramos de que el señor a quien llamaremos Carlos, perdió su empleo y la firma del contrato se empantanó y deshizo. El administrador de la Discoteca, nos supo decir que Carlos era un cliente frecuente y que generalmente celebraba su cierre de negocio allí y que la falta de confianza y no haber dialogado y explicado a su señora las cosas, ocasionó todo este incidente.

Historias reales y de matices diferentes se dieron a lo largo de los años en esa discoteca, noviazgos, rupturas, encantos y desencantos; bailadores excelentes, bailadores principiantes, pero siempre la gente que llegaba, comentaba lo bien que se pasaba en la discoteca insignia de la capital y que funcionaba en el hotel.

Como lo narrado ya es historia, les cuento que; por invitación de los personeros del casino y discoteca, asistí a una velada de ensueño con mi esposa. También cabe aclarar que pasaron unos cuantos años para que ello sucediera, pero los méritos hechos lo lograron.

Me despido de ustedes, con la promesa de contarles otra vivencia de hotel.


 
 
 

Comments


© 2023 por Secretos de Armario. Creado con Wix.com

  • b-facebook
  • Twitter Round
bottom of page