“SU ÚLTIMO BAILE”
- Francisco Ortega
- 31 ene 2017
- 6 Min. de lectura

Hay un período en la vida de cada persona, en el que nos gusta algo extremadamente más que otras cosas. He conocido gente a la que le gustaba bailar. Sí; solo bailar.
Permítame llegar a usted amigo lector, con otra vivencia de las que pasaban en mi hotel. Esto se remonta al año dos mil.
Habíamos iniciado de manera exitosa el nuevo milenio, no llegábamos a fines de enero y las fiestas y reuniones por el cambio de año y especialmente cambio de siglo, se hacían presentes en cada rincón de ese hermoso y sufrido pueblo cuna del libertador.
Una de las características de los hermanos venezolanos, es la de ser alegres por naturaleza; ellos llevan en su sangre muchos ritmos musicales, el colorido de las vestimentas que utilizan en sus festividades populares, son de una variedad exquisita. Sus bailes representan y escenifican lo mejor de su folklore.
La ventaja de haber vivido casi un lustro en esa hermosa tierra, me permite poder describir de una manera muy breve, pero no menos cierta, lo que logré aprender sobre los orígenes de las representaciones de bailes típicos de algunas zonas. Desde luego habrá gente que sabe más y mejor los orígenes, pero como foráneo, eso es lo que aprendí. Permítame entonces contarles que:
El joropo.- es originario de los llanos y se lo canta y baila
La gaita.- es música utilizada principalmente en las navidades y su origen viene del estado de Zulia
Los tambores.- música de la costa, se origina en los Estados de Vargas y Sucre
La burriquita.- se baila a ritmo de joropo y su complemento viene con un disfraz de burrita y jinete al mismo tiempo
El sebucán.- muy similar al palo de las cintas de nuestras regiones de la sierra
El carite.- baile muy típico y popular del oriente venezolano
Podría seguir anotando y describiendo los ritmos y bailes de las diferentes regiones, pero creo hacer honor a esa linda gente, al describir los ya antes citados como los que más impacto me causaron.
Pero bueno; regresando al ambiente de hotel, es del caso contarles que no eran menos de dos o tres bailes y festejos los que teníamos por semana. Unas veces para recibir el nuevo año y otras para celebrar la amistad y compañerismo de las empresas. Eso sí, siempre dentro de un presupuesto muy bien cuidado durante todo el año. El dinero para la fiesta era celosamente protegido y destinado para eso y nada más.
Para la semana tercera de enero, se había programado una fiesta de una de las empresas emblemáticas del hermano país; delegaciones de esta importante empresa, visitaban las instalaciones del hotel y cada una de ellas, sugería, pedía y hasta exigía algo, para el mejor lucimiento del espectáculo que iban a brindar a sus colaboradores y amigos.
En total eran tres los salones reservados, las dos piscinas, el bar y una serie de estaciones con bocaditos de sal y dulce. Se esperaba que no menos de dos mil colaboradores e invitados, lleguen al festejo.
La reunión plenaria se iba a desarrollar en el gran salón con capacidad para dos mil personas y estaba programada para las ocho de la noche; desgraciadamente las ocho en realidad eran las nueve o diez de la noche. La informalidad era uno de los ingredientes típicos de las fiestas y ya la gente no se inmutaba ni tomaba en cuenta ese desfase. En ese mismo salón luego de los eventos programados se procedería al baile general.
El atractivo principal del baile, era ese famoso y conocido salsero señor Gilberto Santarosa. Creo que sobraría el que yo les cuente y explique el peso de esta figura del mundo de la farándula. El solo saber que era parte de la fiesta, hacía ya suponer el éxito de la misma, más allá de quienes eran los organizadores.
Al fin llegó el tan ansiado evento; esperado tanto por el hotel, como por los organizadores. Los medios impresos, televisivos y hablados, comentaban sobre el mismo. La crema innata de la ciudad y otras ciudades, se daba cita en tan importante reunión.
Siendo las nueve y media de la noche, se dio inicio a las presentaciones; discursos, palabras, agradecimientos, condecoraciones y mucho más se iba presentando; intermedios musicales y un desborde de alegría y camaradería se vivía en el ambiente.
Transcurridas casi dos horas de esta primera parte del evento, se procedió a dar inicio a la cena programada; la cena para las dos mil personas estaba fina y elegantemente dispuesta en muchas estaciones, todas al estilo buffet. Usted podía ubicarse en las diferentes áreas del hotel; piscinas, lobbys, salones, terrazas y balcones. Todos los lugares adornados primorosamente con motivos entregados por la empresa organizadora.
Uno de los ambientes más visitados, era el bar. Que variedad de bebidas habían dispuestas para los sedientos asistentes al evento; no había límite de consumo, era barra libre y lógicamente, no uno, sino varios de los invitados estaban muy bien instalados.
Mientras se desarrollaba la cena sin contratiempos, el equipo de montaje del hotel, se encargaba de transformar y preparar el salón principal, de sala de reuniones a sala de baile. Trabajo que debía ser rápido y preciso porque como usted entenderá, los organizadores tenían sus comisiones y su estado de alto estrés, les hacía marcar otro tipo de presión para la gente del hotel.
No importaba esa presión ya que nuestra gente sabía hacerlo bien y he de ser muy enfático en reconocer su forma de trabajar en estos eventos. Gracias a esa gente que supo colaborarme y sacar adelante no solo este evento, sino los muchos y muchos que atendimos. Vayan con mucho cariñó estas líneas para ustedes.
Cerca de la una de la mañana, empezó a sonar la música bailable; la gente regada por todos los ambientes del hotel, empezó a concentrarse en el gran salón para el baile y presentaciones de artistas. La noche era tierna y prácticamente recién empezaba lo bueno al decir de los bailadores y bailadoras. El servicio a las mesas era solamente de licor o bebidas sin alcohol.
La orquesta del señor Santarosa, estaba ya instalada y el sonido de su música, de verdad que incitaba a bailar. El ambiente no podía ser más bonito y los ojos no daban abasto a contemplar las parejas bailando, mujeres solas que bailaban y seguían a coro la letra de las canciones del artista Santarosa. Era una fiesta a todo dar como diría el pueblo.
Avanzada la madrugada, en uno de los recesos de esta prestigiosa orquesta, estaba programado que se presente un grupo de baile de música folklórica, integrado por gente de la tercera edad. Este grupo pertenecía al FUS (Fondo Único Social) recientemente formado por el presidente Chávez desde su asunción al poder en 1998. Era parte de dar trabajo a los desprotegidos.
Habíamos tenido la oportunidad de dialogar con los integrantes de este grupo, era gente mayor a la que la música y baile les daba vida. Eran doce los bailarines; cada uno más jovial y divertido, a más de ocurrido. No dejaron de lado la oportunidad de echar broma al extranjero del hotel, que resultaba ser yo.
En su segunda melodía, un baile muy hermoso, un tema en ritmo de joropo sonaba y los ancianos, cual bailarines en su plena juventud, se movían en el escenario de un lado para otro, la colorida vestimenta, daba el marco ideal para el deleite de los asistentes. De repente y en uno de los giros y vueltas que daban las bailarinas, desplegando sus amplios faldones, una de ellas desaparece de la vista de su pareja. Era doña Yulismar, anciana de ochenta y dos años que había sufrido un desvanecimiento. La música siguió unos segundos más y se interrumpió.
Sus compañeros de baile, acudieron a socorrerla; ¡ un médico ! se pidió con urgencia… un asistente se dirigió al escenario… pasaron dos, tres, cinco minutos y las caras de los compañeros tomaron otra expresión. Yulismar se nos ha ido… silencio…
La situación era más allá de mala; recordemos que las leyes y procedimientos en los países hermanos son diferentes a las nuestras y yo debía asesorarme de inmediato, a fin de tomar la determinación correcta y acertada en el asunto.
Los minutos pasaban y la gente si no protestaba y reclamaba, mantenía un silencia totalmente adverso a lo que venía siendo el evento. Hablamos con los directivos de la empresa, con el artista principal y se acordó trasladar equipos y músicos a las áreas verdes y jardines a más de las piscinas.
Nos tocó dirigirnos a los asistentes y explicar la gravedad del asunto, e invitar a que siga el evento al aire libre en los amplios espacios del hotel.
Levantamos una improvisada capilla ardiente en el escenario, a fin de que sus hermanos en el arte se despidieran de doña Yulismar. Palabras muy sentidas escuchamos de ellos, el más joven de estos artistas, tenía ya sesenta y cinco años, pero les mantenía unidos el baile y su motivo de vivir era la música expresada bailando.
La fiesta de la empresa se terminó cerca de las cuatro de la mañana, la policía judicial llegó a retirar el cadáver a las cinco y media. El hotel no podía parar sus actividades, el hotel debía seguir la vida y debía cumplir con otros compromisos ya establecidos.
Supimos luego en alguna otra presentación, que el grupo de baile de la tercera edad, reemplazó a Yulismar y el joropo en el que se encontró con la muerte esta integrante, fue siempre dedicado a ella en sus presentaciones. En las presentaciones y al anunciar el baile, decían siempre “su último baile” y comentaban la entrega y pasión con que bailó Yulismar antes de fallecer.
Me despido con un hasta pronto, para poder compartir con ustedes otro tema, en ese apasionante mundo hotelero.

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