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“Fiestas de graduación”

  • Francisco Ortega
  • 15 abr 2017
  • 7 Min. de lectura

Los preparativos están siendo atendidos al cien por ciento. Todo el personal de banquetes, está atareado en complacer a los clientes. La fiesta se avecina.

Nuevamente con ustedes y esta vez, para vivenciar otra de aquellas situaciones que sucedían en el hotel.

Corría el mes de julio de 1995 y empezaba ya la anhelada finalización del año escolar. Otro tipo de derroche innecesario, pero obligatorio y de moda hasta estos días. Los tiernos niños se gradúan del jardín de infantes; incorporaciones con imposición de mucetas y birretes… fotos… muchas fotos; El guagua ya es grandecito; ya va a la escuela y lógicamente los papacitos le invitan a comer una hamburguesa y gaseosa como premio al sacrificio y meta alcanzada.

Los adolescentes terminan la primaria y salen sin mayor espaviento a prepararse para la secundaria; el nerviosismo de ellos lo llevan a cuestas. Dejan de ser niños y en el colegio les dirán señoritas a ellas y señores a ellos. La señorita profesora desaparece y llegan muchos licenciados. Cada uno sabe más que el otro y su materia es mejor y más interesante que la otra, al decir de ellos mismo.

Y los bachilleres… Si, esos mismos… los que terminan el colegio… A los que también los incorporan con ceremonia y además con baile de gala. A ellos mismo me refiero, porque los considero punto a parte. Por ello van dedicadas estas líneas a aquellos momentos vividos años atrás.

Los eventos que eran contratados en el hotel, provenían de colegios cuya capacidad económica, justificaba un egreso bastante fuerte, como era costear una fiesta de 21H00 a 09H00 del día siguiente; incluía lógicamente, baile, cena, calentadito a la madrugada y desayuno a los bachilleres.

Para nosotros los colaboradores del hotel, era bienvenido este tipo de eventos, porque como entenderá el amigo lector, de eso vivíamos y mientras más eventos habían…. mejor para todos. La verdad no interesaba cual colegio era el de turno; lo que interesaba era que todo nos salga bien y paguen por los servicios prestados.

La mayoría eran colegios que mantenían cierto grado de popularidad y prestigio; algunos con una que otra distinción académica y otros solo con un nombre y posicionamiento de años atrás.

Pero bueno; lo cierto es que ya eran las ocho de la noche y empezaban a llegar aquellos lobos solitarios; quiero decir, esos jóvenes que no asistían a la fiesta con los papacitos. Saben por qué no asistían los papacitos…? Pues porque no tenían tiempo de acompañar ni compartir con los jóvenes. Era más importante otro tipo de eventos. Se nos hacía nudo la garganta ver no uno, sino algunos en esas circunstancias. Se daba el caso de que llegaban con “alguien” a quien habían invitado o pagado cerca del hotel para llegar acompañados, como si parientes fueran.

Como era el último acto organizado por el colegio, es decir un evento más de los realizados a lo largo del año escolar, los organizadores se daban el trabajo de exigir las respectivas entradas a los acompañantes de los jóvenes, no se verificaba bajo ningún concepto, algún documento que demostrara que había un grado de parentesco.

Cerca de las nueve de la noche, habían ya, muchos jóvenes finamente ataviados; bonitos vestidos de un solo modelo las niñas y trajes obscuros los jóvenes. Los acompañantes, también estaban haciendo gala de sus finos trajes; madres, padres, tíos, abuelos, invitados especiales y los ya descritos anteriormente invitados improvisados, cuya vestimenta no iba muy acorde a los anteriormente citados.

Interesante, emocionante y agradable, resultaba ver como los jóvenes se alineaban para ingresar al salón del evento. Eran setenta flamantes bachilleres graduados a quienes cuatro invitados por cada uno los esperaban adentro. Aplausos, vivas, lágrimas y derroche de felicidad se vivía en el ambiente del salón destinado para la celebración.

La cocina apuraba los últimos toques para dejar listas las entradas; el menú había sido escogido por un grupo de mamacitas de la directiva de los padres de familia, que no tardaron en hacer su aparición en la organización del evento, a la vez que entre ellas se disputaban por tener el micrófono a su alcance. A momentos mirábamos con asombro, como las finas damas descomponían su postura para sobresalir entre ellas.

La ceremonia debía empezar a la hora señalada, pero las organizadoras, mismas que ya habían desplazado a los funcionarios del colegio, dispusieron que se abra el bar para los cocteles de bienvenida; “que se abra el bar” fue la disposición y como bien usted podrá imaginar, los primeros en saciar su sed fueron los recién graduados. Martínis con manzana, melón etc… Daikirís con mango, fresa, etc… Margaritas con mango, fresa, tamarindo, etc… Piña colada, estaban entre otras bebidas para los jóvenes homenajeados y asistentes.

Situaciones que usted comprenderá amigo lector, descuadran los tiempos programados para el servicio de los comestibles y lógicamente originaban el justo reclamo del personal de cocina, mismo que, con suficiente esmero preparaban los menús contratados y dispuestos.

Hasta que se organicen nuevamente, llegaron las once de la noche y se pudo empezar a servir la cena; un riquísimo coctel de frutos del mar acompañado de un sorbete de mandarina; una riquísima y deliciosa crema holandesa; de plato fuerte, pechuga rellena de queso crema de cabra en salsa de tamarindo, con champiñones al romero; y finalizando el banquete, pastel especialmente elaborados para los graduados. No, no podía faltar el derroche de vino tinto y blanco, como si se terminara el mundo.

Era pasada la media noche; las caritas de los y las jóvenes se habían tornado de un color rojizo o como dirían las abuelas “cachetitos colorados”. Las chaquetas y corbatas, empezaron de desfilar; la música sonaba ya y el ambiente se encendía con una contagiosa efervescencia propia de la juventud… a la final era su fiesta de graduación.

No dejó de sorprendernos que, de repente vemos con cierto grado de espasmo, como los saloneros, empiezan a depositar en cada una de las mesas de los graduados, una botella de wiski con su respectiva hielera y agua mineral. Preguntamos como así hacían eso… y la respuesta fue que lo dispuso grupo de padres de familia. Sus hijos ya eran grandes y podían beber con ellos. No lo podíamos creer, algunos de sus hijos no llegaban a los diez y ocho años.

Son las tres de la mañana y la farra sigue a todo dar; la cocina está lista para empezar a servir el “calentadito”. Se había dispuesto un caldo de patas para dar ánimo a los jóvenes que bailaban, gritaban, e arremolinaban en nuevas formas de bailar con empujones y jaladas lo llaman “mosh”; no importaba si habían mujeres bailando, las jaladeras y empujones iban igual.

Seguridad del hotel, empieza a reportar una que otra pareja fuera del lugar de la celebración; eran chicos que querían decirse y expresarse sus sentimientos, lejos de la música y algarabía… pero no estaba permitido que ingresen a áreas de huéspedes ni pasillos. Se los regresaba a su lugar de festejo… Pero desde luego ellos ofrecían demandar a los colaboradores del hotel por interrumpir y no dejarles tranquilos en su momento de privacidad.

Los baños; en especial de las señoritas, estaban llenos de crinolinas. Para quienes no saben que son las crinolinas, les cuento que yo también me enteraba ahí al ver una especie de sombrilla blanca que daba forma al vestido de gala que llevaron en el ingreso al evento. Pues si mi amigo lector, el gasto de esa ropa solo llegaba hasta las tres de la mañana en que ya estorbaba para bailar me supongo. Imagínese usted treinta y cinco partes de esos vestidos lujosos, arrumados y sucios.

Que gasto más desmedido; algunos de los jóvenes, si no la gran mayoría, no quería la sopa, ellos querían acabar con el licor que no faltaba. Para esa hora ya los cariñosos papacitos se retiraban y dejaban aleccionando a los graduados, a que no vayan a salir del hotel y que recuerden que el desayuno era a las ocho de la mañana.

Y la fiesta continuaba la orquesta estaba contratada hasta las mismas cuatro de la mañana, pero enseguida se encendía el disco móvil y la música estridente no dejaba de escucharse. Baile, baile y más baile… ya la pista señalada para ello quedó corta; las jóvenes bailaban sobre las mesas, las sillas se rompían con los tacos de los zapatos de las niñas que querían ser vistas en lo alto y las utilizaban como gradas, los manteles también resultaban perforados… que buena está la farra. Pero farra sin bronca… no es farra. No faltaron aquellos a quienes les rompieron el corazón y trataron de arreglar la situación con el rival en la misma fiesta; o aquellos que trataron de arreglar cuentas pendientes.

El personal de seguridad, tuvo bastante ajetreo en estas fiestas de graduación. Pues recuerde usted amigo mío que había licor; mucho licor de por medio como para alebrestar a quien quiera, no se diga a jóvenes adolescentes.

Si permanecieron activos cuarenta graduados, es mucho decir; entre las personas de todo el evento, creo que llegarían a sesenta los que vieron la luz solar del siguiente día, a sabiendas de que el desayuno solo era para los estudiantes. Tarea que nos tocaba servir y para ello, se debía despertar a los dormidos, que desperdigados por todo lado estaban. Dormidos y con exceso de licor, podrá usted imaginar lo difícil que era ponerlos en acción.

Y los papacitos?… que buena pregunta. Ya dormían en sus casitas plácidamente, porque los hijos estaban bien cuidados en el hotel.

Al desayuno solo asistieron cincuenta jóvenes; Ellos ya no deseaban comer, ellos querían su casa y nuevamente se pudo constatar desperdicio y más desperdicio. Pero ya estaba pagado porque los papás así lo quisieron.

Se hizo el inventario de daños, roturas, faltantes, y lo relacionado; debo decirles que manteles, sillas, mesas, vasos, floreros, baños obstruidos, etc, etc… eran parte de la lista por arreglar que dejaba una fiesta más de graduación de nuevos bachilleres. La garantía lo cubría todo; pero lo principal al decir de los papacitos organizadores, fue… “los chicos se divirtieron”.

Me despido con un hasta pronto, para poder compartir con ustedes otro tema hotelero.


 
 
 

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