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“Alegría o pesadilla… grupo musical en el hotel”

  • Francisco Ortega
  • 28 feb 2017
  • 5 Min. de lectura

Una vez más con ustedes para compartir, otros momentos hoteleros, pero esta vez con música de niños, jóvenes y adultos.

Creo que solo vasta, con citar el año de la visita de este grupo musical que logró enloquecer, rayar, chiflar y no a un adolescente solamente, sino a muchos niños y niñas, chicas y chicos, jóvenes de ambos sexos y porque no, a papacitos también, que para el año 1983 gustaban de lo moderno, actual y contemporáneo en música, baile y actuación.

La gerencia general del hotel, citó a reunión a todos los involucrados en la operación administrativa. Nos reunieron para una conversación sobre un tema de actualidad y del que el personal de ventas había comenzado tentativamente a manejar. Se trataba de la visita de uno de los grupos musicales que a la época es decir por los años ochenta, causaba furor en los países que visitaba y que ahora llegaría a Ecuador y particularmente Quito y Guayaquil.

Generalmente este tipo de reuniones, creaba en nosotros una gran expectativa, debido a las varias aristas que tenía esa figura. Preguntábamos de qué grupo se trataba y se nos decía que era la sensación del momento y no declaraban directamente quienes eran.

Se nos pidió el máximo de discreción sobre el tema, situación que pensamos que estaba por demás, pero que por algo se nos solicitaba ese tema en particular… Qué razón tenían al hacerlo; no culpo a nadie, pero que la información se filtró, se filtró y ello nos trajo algunos malestares a futuro.

Pero entre preguntas y respuestas, se hizo imperativo saber quiénes eran, a fin de poder trazar un plan que abarcaba desde; exigencias algo fuera de lo común, salas de conferencias, lugares de relax, comida especial, seguridad propia de los visitantes y seguridad por parte de la policía nacional.

“Menudo”, así se llamaba el grupo musical fundado en 1977 y que llegaría al hotel; un ícono de cambio de ritmo para las juventudes y cambio en el ambiente y ritmo que marcaba el compás de las fiestas en los ochentas.

Han pasado más de tres décadas; de cuando llegaron los menudos. Recuerdo claramente las horas largas y difíciles que tuvimos que manejar con la visita de los artistas, de los representantes, de los comedidos, de los curiosos, de los y las admiradores y seguidores,

Nos alistamos para recibir al quinteto que lejos de toda fama, también cumplía con requerimientos muy específicos; entre los requerimientos estaban: no podían tener más quince años, no podían tener bello facial, no cambiar de voz o no ser muy altos… Recuerden ustedes amables lectores, que era un grupo juvenil adolecente.

Se reservó un piso entero para los integrantes de este grupo, camareras, recepcionistas, saloneros, seguridad, ejecutivos, todos en general estábamos a la espera de los artistas, que a no dudar iban a revolucionar el ambiente interno y externo.

Ellos llegaban un día jueves a las cuatro de la tarde. Los alrededores del hotel se vieron abarrotados de gente, antes de las diez de la mañana, gente de toda edad y condición económica, curiosos, o simplemente seguidores; también agrupaciones de fans debidamente organizados con camisetas, pancartas y entonando sus canciones.

Era muy simpático ver y oír, como antes de que siquiera aterrice el avión propio de la agrupación, ya la gente se arremolinaba en las veredas de los edificios vecinos. Cuando una camarera, personal de seguridad o algún funcionario del hotel se asomaba a una ventana, la muchedumbre enloquecía y gritaba… ahí están… ahí están… de verdad que era la histeria colectiva la que causaba ese tipo de reacciones.

Se hizo necesario que se duplique el número de funcionarios de seguridad del hotel y que se cubran las puertas de acceso a las instalaciones, porque no faltaban los amigos, parientes, conocidos íntimos de los artistas, que decían ser, con tal de pasar al lobby y ver de cerca a los jóvenes “fenómeno artístico” del momento.

Quien creyera que un hotel grande como este, con personal altamente calificado, se vea en determinado momento acorralado por los seguidores de un grupo de adolescentes. Que la presión externa provocaba niveles de estrés insospechados.

Seguridad comunica, que en el piso doce, se ha sorprendido a una señorita que dice ser huésped y no recuerda su habitación. La llevan a la oficina de seguridad y se trata de una adolescente que no sabemos cómo, llegó al citado piso, pero logró burlar los controles de las puertas. El suceso se repite dos veces más en el transcurso de los dos días, una noche de estadía del grupo.

Aunque parezca negligencia del hotel, es muy comprensible que ello suceda porque había papacitos que ingresaban a consumir en los restaurantes y alentaban a que sus hijos, varones o mujercitas, se den forma de ver si llegan a sus estrellas favoritas, con el objetivo de alcanzar un autógrafo, camiseta, afiche o las más intrépidas besos o abrazos simplemente… Simplemente para nosotros los adultos; pero, apara los jóvenes fanáticos admiradores del grupo musical, debió ser; lograr el cielo si lo conseguían.

El funcionario del hotel destacado al aeropuerto, nos comunicó que el avión había aterrizado y que efectivamente tenía en sus costados, el nombre de la agrupación “menudo”. Eran las 16H35 minutos, y si nosotros sabíamos del arribo de la aeronave, ¿porque no la comunidad?. La locura callejera estaba en lo más álgido y no faltaron desmayos y grescas, por obtener una mejor ubicación.

La Policía cumplía su función, pero también a momentos se veían superados por las olas de gente que trataba de acercarse al hotel. Solamente cuando se producían marchas contra el gobierno o cuando se trataba de entrar a eventos gratuitos había visto tanta gente. Cabe decir que no podíamos entra o salir del hotel.

Cuando se escuchaba una sirena de un auto policial o ambulancia, la gente gritaba y se arremolinaba hacia donde parecía iba a aparecer el grupo musical. Nada… no eran los esperados jóvenes y no faltaban las fanáticas féminas, que daban alaridos casi al borde de la histeria.

La llegada de los artistas, transcurrió de la manera más inesperada e inaudita para la concurrencia. Por la puerta de acceso al parqueadero, ingresaron con intervalos de algunos minutos, seis vehículos particulares; sin vidrios ahumados o polarizados, dando a entender de que no se trataba de gente famosa. Llegaron Ricky en primer lugar, Carlos en segundo lugar, Oscar en tercer lugar, Fernando en cuarto lugar y Nefty en quinto lugar y orden de los autos.

Ya una vez ya el hotel y a eso de las 19H00 o siete de la noche, se improvisó una salida a una de las terrazas, lugar en el que solamente hicieron señas de saludo para los fanáticos que llevaban ya más de diez horas en los exteriores del hotel.

No faltaron prendas de vestir, flores, tarjetas y mensajes que les lanzaban a los “Menudos”; cánticos y bailes improvisados en las veredas… se vivía una fiesta de felicidad, por el simple hecho de haber visto a los artistas.

La noche recién empezaba y los alaridos, cantos, gritos, no dejaban de suceder y los intentos de las personas por lograr ingresar al hotel también se habían duplicado. Yo, padre de familia con dos hijas niñas, ya había conseguido mi afiche autografiado, porque ese era el boleto de entrada a casa luego del turno de trabajo y tan cerca de los “menudos”.

Una de mis hijas me preguntó a que se debía el nombre de menudos, y afortunadamente pude contestarle que fue debido a que una de las hermanas de los cinco integrantes de la agrupación, al llegar a casa, vio que en el garaje, cantaban y bailaban un grupo de chicos y ella se refirió a que fue agradable ver a un grupo de gente menuda ahí. Por ello y luego de buscar un nombre, decidieron llamarse “grupo menudo”

La euforia y algarabía por la visita del grupo menudo, no terminó esa noche. Hubo quejas de huéspedes; reclamos de taxistas y sus usuarios, itinerarios fuera de orden, es decir algo no imaginado en la operación del gran hotel. A la mañana siguiente, se repitió la locura hasta la hora en que los artistas salieron a dar su concierto y no volvieron más. La pesadilla le tocaba en turno a la ciudad de Guayaquil.

Me despido con un hasta pronto, para poder compartir con ustedes otro tema hotelero.


 
 
 

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