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De los personajes que nos visitaban

  • pacOrtegap
  • 27 jun 2016
  • 5 Min. de lectura

Otro tema hotelero que lo abordaré con ustedes, a fin de que se conozcan el lado amable, simpático, familiar, exagerado o poco amable de las personas que llegaban al hotel.


Quién de ustedes no ha estado en un hotel, hostal, pensión, residencial o en general en algún logar de alojamiento?. Pues déjeme entonces recrear su memoria, con algunas anécdotas sencillas pero no menos reales, de lo que pasaba cuando nos tocó trabajar en el área de habitaciones del hotel.


Si amigos; al hotel llegaban ciudadanos de todos los continentes del mundo; Asia, América, Europa, etc, etc…, sin dejar de lado a nuestros compatriotas. Llegaban entonces, personas de diferentes culturas, etnias, creencias, religiones… También llegaban altos, bajos, morenos, grandes, chiquitos, gordos y delgados… Y nuestra obligación era recibirlos como si propios fueran; es decir era la época en que solamente teníamos como competencia a un hotel que no ha perdido su encanto hasta los días de hoy y que siempre ha tenido la mejor ubicación geográfica y posicional de Quito, sobre la famosa Gonzales Suarez. Entonces; es decir en esas fechas, nuestra meta era, captar huéspedes demostrando que éramos lo mejores y su verdadera competencia.


Qué tiempos aquellos; nos conocíamos entre todos y no existía el egoísmo insano y malicioso de poner la zancadilla al competidor. Solamente sabíamos que para tener el éxito deseado, debíamos trabajar duro y parejo y lograr que los tres turnos de las diferentes áreas del hotel, sean los mejores.


Que quienes llegaban? Claro que se los voy a contar ya que luego de la descripción de las líneas anteriores, entre ese listado, se encajaban perfectamente, faranduleros, científicos, políticos, religiosos, notables todos en cada uno de sus ámbitos, ocupaciones, especialidades o dedicaciones y que a no dudar, nos daban a los empleados del hotel, todo el chance de poder estar en contacto directo, con esos a veces; inalcanzables personajes para cualquier ciudadano común y corriente.


Como es lógico, solamente citaré a uno que otro; aquellos de los que, con su don de gentes, simpatía o antipatía, lograron impresionarme de alguna manera.


Cuando trato de centrar mi atención en cuál será el personaje que describa, me llegan muchos; muchísimos recuerdos de los días y horas a servicio de esa gente que muy posiblemente ni se acuerda de quien le dio una bienvenida, o de aquella persona que supo estar auxiliándolo en un país extraño, lejos de su tierra original.


Pero recuerde usted amable lector; Ese es el fin de una empresa de servicio; lograr justamente que el visitante se sienta en casa y que la gente que lo acoge no sea notoria, sino más bien un elemento de paz y sosiego en su desplazamiento fuera de su hogar.


Y me llega a la mente, la visita de un ilustre huésped; uno de esos señores conocidos a nivel mundial desde muy tierno y que; con el pasar de los años, llegó a ocupar el trono de una de las pocas monarquías aún existentes. Exactamente… es el actual Rey de la llamada por algunos pensadores, “madre patria”, que cuando visitó el país para asistir a uno de los muchos cambios de mando a los que ha venido, tuve la oportunidad de recibir y atender. En esa oportunidad era conocido como el Príncipe de Asturias, al ser poseedor de ese título honorífico.


Como podrán imaginarse, el hotel en épocas de cambio de mando, era la sede de algunas delegaciones de países asistentes. No era menos cierto que la presión de ser los mejores, lograba que trabajemos y pasemos en niveles de estrés muy altos; más aún con detalles y exigencias a cumplir, solicitados por las diferentes delegaciones internacionales.


Este huésped llamado hoteleramente VIP (very important person), era un hombre alto, delgado, atento y educado. El trato con este personaje fue de lo más cordial y amable. El estrechón de mano fue sincero y diáfano; jamás trató de solamente cumplir con el protocolo de dar la mano, sino más bien el de profundizar y sellar un lazo fraternal.


No; no de amistad, porque no había tiempo ni confianza para entablar amistad. El era un ilustre visitante y yo un ejecutivo del hotel al que El llegaba.


Pero la ventaja de poder estar en contacto con estas figuras, más tiempo que los mismos mandatarios electos, es la gran fortuna de un trabajador en el área hotelera. Este personaje era muy sencillo y gustaba de dialogar con los de a pie, con el pueblo, con los que trabajábamos para su bienestar, y no en vano se ganó el corazón de las féminas del hotel y respeto y simpatía de todos los demás.


Y cómo no contar a usted amable lector, la experiencia de haber podido brindar mi brazo a una estrella que brilló con luz propia y no como reflejo de otras en el ámbito artístico musical.


Se trataba de una dulce mujer, de talla pequeña, de tez morena, de figura más bien normal, de encanto natural y dulce como el “azúcar” mismo.


Efectivamente mis amigos; esa dama era nada menos que la señora Celia Cruz… Que honor; que dicha haber podido conversar largas horas con Ella, antes y después de sus conciertos. Esto sucedía en uno de los hoteles en los que pude prestar mis servicios.


Desde su llegada al hotel, yo era el encargado de saludarla y darle la bienvenida; costumbre de la cadena hotelera y luego por la amistad que ya se había formado, estaba atento a sus requerimientos y necesidades. Era una mujer humilde, sencilla y con sueños como toda dama; sin aires de grandeza y muy consciente de su estado de salud ya para entonces algo quebrantado.

“Mi muchacho” me llamaba y me pedía cualquier situación a solucionar. Jamás la vi desentonada o malhumorada; tampoco la vi practicar sus melodías mientras estaba en el hotel. Ella consideraba su suite del hotel, como su lugar de relax y de descanso.


Consejos nos lo dio a muchos de los que supimos contar con su amistad; y justamente así comenzaba con los mismos;…”amistad, alegría y esperanza”… era lo que siempre nos recomendaba cultivar entre nosotros.


Que mujer… que cambio tan grande se operaba en ella cuando se transformaba en la reina de la tarima…que espectáculo nos brindaba al salir del hotel hacia sus presentaciones y al retornar de las mismas. Pero a la final todos los que conocimos a Celia, llevamos algo de “azúcar” con nosotros.


Escribir sobre personajes como: Fidel Castro, Manzanero, Pablo Muñoz Vega, Carlos Julio Arosemena, Vicente Fox, Abdalá Bucaram, Verónica Castro y muchos otros ilustres será muy grato a futuro.


Pero así como hubo gente amable, sencilla y transparente con quienes fuimos honrados con su visita, también hubo de los otros; gente a la que las mieles del poder, le hicieron extraviarse de su rumbo y solamente lograron ganarse la cosecha de lo que sembraron en su estadía con nosotros.


Respetando entonces su paciencia, solamente debo decir que de los citados anteriormente los hay y bastantes y se los conoce tanto en mi país como en los que he visitado, simplemente como “políticos” en su gran mayoría. Pero ese será tema de otro episodio a narrar.


Me despido con un hasta pronto, para poder compartir con ustedes otro tema hotelero.




 
 
 

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